domingo, 13 de enero de 2013

CINE: AMOR. MICHAEL HANEKE


Todavía con el estómago pegado al espinazo después de ver Amor, la última obra de Michael Haneke. En esta ocasión los personajes, una pareja de mayores que todo tras de sí un pasado lleno de vida, vida intelectual, mucha afectividad, un status social respetable. En fin todo lo deseable, pero la inexorable vejez y el progresivo deterioro comienza a hacer estragos en lo que se barruntaba una vejez plácida y con la sola preocupación de seguir llenando el tiempo con actividades que seguían cultivando el intelecto.

            Nuestros protagonistas Emmanuele Riva y Jean-Louis Trintignant moldean esa pareja de viejos con un exquisito trabajo donde el director disecciona un tipo de vejez, la que tiene una vida intelectual activa y también posibilidades económicas, algo que da la felicidad, el dinero, pero vamos que sí ayuda y mucho.

            Mientras veía el progreso de la vejez en nuestra pareja pensaba en  Vergílio Ferreira (1916-1996) que en Pensar tiene muchas referencias a la vejez, la vida mientras se es viejo, con lo que este término de vida no tiene un perfil nada definido y que no todos están dispuestos a vivir la vejez a cualquier precio, así que, como estoy cerca, pues ya he sobrepasado más del cincuenta por ciento de mi esperanza de vida y no soy nada egoísta, suelo usar una expresión que en ocasiones escandaliza: “A mi me ponen cerca de las pastillas” y lo que eso encierra.

             Como he citado a Vergílio Ferreira, no me resisto a transcribir algo que se puede encontrar en la obra que ya cité Pensar; Acantilado, 2006. Ah, y no dejen de ver la película, que su dureza abre los ojos, pule los sentimientos y piensen si el amor se puede convertir en una condena por el egoísmo.


            “Tu cuerpo. Cansado, envejecido, estropeado. Felices los que viven pegados a su cuerpo, porque como los animales, sólo sienten los dolores físicos. Pero quien vive desde la distancia, desde la perspectiva humana, mide con ella los otros dolores, que son mayores. Y de todos, el mayor es la humillación que el cuerpo te inflige. Y la única forma de superarlo es sentir por él desprecio o una piedad a la misma altura. O si es posible, superior. Tu cuerpo. ¿Hay alguna posibilidad de que lo olvides? Porque se hace recordar a cada instante. Pero alarga el intervalo con que lo perspectivas, o levántate al máximo sobre ti mismo, y el humillado será él.” [ob. cit. pág. 208]

jueves, 10 de enero de 2013

LECTURAS: EL AGENTE ZIGZAG. BEN MACINTYRE


               


         Mientras se promocionaba la última película de Sam Mendes, Skyfall, otra más sobre el famoso 007, el espía más versionado de la historia. Ian Fleming nunca pensó que su James Bond tuviera el recorrido que ha tenido. Bien para él y sus seguidores, que son legión, según parece. Decía que mientras esto ocurría tenía entre mis manos y leía con fruición la biografía de Eddie Chapman, BenMacintyre; (Ed. Crítica, 2007). No, no se extrañen si les resulta totalmente desconocido, aunque puede si les digo que se le conocía como el agente Zigzag y son lectores aficionados a temas históricos igual les resulte familiar.


            Las guerras las ganas los hechos anónimos, hechos por personas anónimas que los investigadores se encargan de sacar a la luz. Ben Macintyre, periodista, historiador y dedicado a la investigación para trabajar sobre personajes a los que la Historia no los pone en las páginas de las enciclopedias.

            Eddie Chapman, ladrón especialista en reventar cajas fuertes acabó, como era previsible, en un presidio en un mal momento, que no fue otro que el comienzo de la II Guerra Mundial. Distintos acontecimientos, unos fortuitos y otros provocados convirtieron a Eddie en el agente Zigzag, un agente doble que sirvió a los intereses de su país, Inglaterra de manera tan efectiva que incluso los alemanes le condecoraron con la Cruz de Hierro.

            Este personaje, su vida sus cambios de personalidad o su adaptabilidad al papel de un agente doble lo cuenta muy bien y con un estilo directo, casi de crónica periodística Ben Macintyre, y a lo largo de casi trescientas cincuenta páginas el lector puede revivir la guerra desde los dos bandos, incluso valorar como un individuo, ladrón especialista en reventar cajas de fuerte se puso como meta atentar contra el propio Hitler.

            Creo que Eddie Chapman con sus rarezas, dudas, que también las tiene, sus momentos desasosiego y hundimiento dan mucho juego al lector y éste se convierte en cómplice de su forma de actuar en ocasiones porque creo que, a pesar de todo, se deja querer. Si tienen ocasión y tiempo deben darle una oportunidad a Zigzag, que no necesita de efectos especiales, ni bellezas despampanantes para atraer nuestra atención, así que si cambian Skyfall por el agente Zigzag saldrán ganando. Merece la pena intentarlo.
           
            Les dejo con unos párrafos por si sienten curiosidad y deseos de leer esta biografía.
           
            “La Abwehr llevaba meses buscando a un inglés que pudieran entrenar como espía y saboteador, y enviar a Inglaterra. La persona adecuada debía carecer de escrúpulos, saber ocultarse, y debía ser inteligente, despiadado y mercenario. La llegada de Chapman a La Bretonnière no constituía un simple accidente del destino, sino que representaba el último y más audaz golpe en la furiosa guerra que se estaba librando entre los servicios secretos del Reino Unido y de Alemania, invisible pero incesante, desde hacía dos años.

            Antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial la Abwehr (que literalmente significa “defensa”) gozaba de la fama de ser el servicio de inteligencia más eficaz de Europa. Una primera evaluación por el MI5, el servicio de seguridad que controlaba el contraespionaje en el interior del Reino Unido y en todo el imperio británico, describía la Abwehr como una organización de primera clase en cuanto a la calidad de la formación y de su personal, una evaluación halagadora en exceso. Uno de los aspectos más asombrosos de los servicios de inteligencia de ambos países consistía en lo poco que cada lado sabía del otro.” [ob. cit. Págs.. 55-56]

miércoles, 9 de enero de 2013

CINE: LA NOCHE MÁS OSCURA. KATHRYN BIGELOW



             Sí, ya sé que como he visto esta película, La noche más oscura de KathrynBigelow, tengo que criticar la supuesta apología de la tortura y vulneración de los derechos humanos. Pues ya está ya lo he dicho. Esta brevedad, evidentemente, no significa que esté de acuerdo con métodos y supresión de los derechos de los individuos, pero voy al cine para que me cuenten una historia, en este caso, tan real como la vida misma.

            La obsesión por dar caza a Bin Laden después de lo ocurrido el ya muy comentado 11-S y la destrucción de las Torres Gemelas toma cuerpo en una persona, la protagonista, agente de la CIA, que hace de esa misión, su misión y se refuerza no con elementos patrióticos ni con una lucha entre culturas. Nada de eso mueve a nuestra protagonista. Hace de su trabajo una causa personal alimentada por el comportamiento visceral/racional por la muerte de una agente amiga en un atentado. No digo más, que luego dicen que desvelo la película

            Contar esta historia tiene el gran riesgo de convertir al resultado en una soflama patriótica ajena a los intereses de los espectadores; tampoco le hacen falta elementos efectistas porque Bigelow se acerca en su narración al modelo documental donde el espectador recibe toda la información y ya podrá discernir, criticar o abjurar de lo que ha visto. No, lo que no podrá negar es que nuestra protagonista es diseccionada desde la primera secuencia hasta la última. El rostro de esta agente novata en un cárcel clandestina que observa como se tortura a un detenido hay que retenerla hasta el final de la película y ver cómo evoluciona el personaje. El guión oscurece al resto de actores en favor de ella, así que con esta apuesta un tanto arriesgada se mantiene la tensión durante 157 minutos.

            Si tienen oportunidad no se la pierdan, ahora no busquen la moraleja final, solo disfruten de la historia y de cómo la cuenta Bigelow.



martes, 8 de enero de 2013

LECTURAS: IFNI, LA ÚLTIMA AVENTURA COLONIAL ESPAÑOLA. MANUEL CHAVES NOGALES

         Acaba de fallecer un ejemplo del auténtico periodismo: Enrique Meneses, de él los mejor le conocían ya han glosado todo lo bueno e importante que hizo como foto periodista. Las redes sociales se llenaron de recuerdos, citas, enlaces a sus obras, entrevistas, etc., así que nada queda por decir.

            Puede parecer un poco extraño que el título no tenga nada que ver con este primer párrafo de introducción en que se habla de un periodista que no coinciden en el tiempo, aunque si me permiten la afirmación , si coinciden en su visión del auténtico papel del periodista, es decir contar historias y que éstas posean la rigurosidad oportuna y al mismo tiempo despierten el interés de sus lectores. Manuel Chaves Nogales (1897-1944) representa lo mejor del periodismo de su época. En Ifni, la última aventura colonial española; Almuzara, 2012 y como director del periódico Ahora se desplaza en 1934 a Ifni, momento en el que se hace efectiva la toma de posesión de ese territorio, ya que hasta ese momento no se había hecho. Esta obra recoge una serie de reportajes que envió entre los meses de abril y mayo del año 34 para su periódico, el ya referido Ahora. (no he encontrado una versión digital del mismo).

            Salvando la distancia en el tiempo y los estilos creo que ambos hacen periodismo auténtico y en el caso de Chaves Nogales tienes la impresión de estar viviendo plenamente el relato de los acontecimientos y comprometido con un periodismo de investigación, y un ejemplo era intentar demostrar si realmente existían o no prisioneros españoles del desafortunado desastre de Annual (todavía en 1934 se mantenía la existencia de los mismos sin realmente tener ninguna prueba que lo demostrara).

            Junto a la profesionalidad periodística iba unida una cierta dosis de aventura en su trabajo, y para él materializar los derechos coloniales de España en Ifni merecían la pena, y así lo afirma: Vale la pena seguir de cerca esta última empresa colonial que la República española acomete. La cosa es fácil. “Se sube en Barajas a la cabina de un avión y a las diez horas de vuelo se está cómodamente en las jaimas de los pobladores de Ifni”. (págs. 14-15).

            Las crónicas de Chaves Nogales guardan todo el encanto e interés del periodismo bien hecho, auténtico, así que su lectura es muy recomendable. Les dejo con algunos párrafos, esperando que les resulten interesantes.
           
            “Nuestro compañero Vilaseca, que llegó ayer a Madrid con su máquina fotográfica bajo el brazo y un pasmo más que regular, adquirido en las treinta y tantas horas de vuelo casi ininterrumpido que ha soportado en sólo tres días, nos relata el accidente que sufrió en Agadir la avioneta que le conducía, con Chaves Nogales al territorio de Ifni. Y la cosa, en verdad, pudo tener consecuencias dramáticas…
            -La primera etapa Madrid-Sevilla- nos dice Vilaseca- fue verdaderamente afortunada. Cielo claro, ambiente en calma, optimismo en los tripulantes del precioso pajarito y confianza plena en el motor y en la pericia de nuestros conductores, los simpáticos Cuesta y del Barco. Dormimos en Sevilla hasta el amanecer del domingo y volvimos a ocupar nuestros asientos a las siete de la mañana, sin que nada hiciera presagiar que pocas horas después tendríamos que sufrir uno de los morrones más espectaculares…” (págs.. 119-120) (lo dejo aquí y espero que la intriga les despierte el interés por estas crónicas de la toma, sin disparar ni un solo tiro, de la zona de Ifni.

            No estaría de más que futuros periodistas tomaran ejemplo de profesionales como Enrique Meneses o Manuel Chaves Nogales y así esta profesión volvería a tener el prestigio que se merece y que tan fundamental es en una sociedad democrática.


           Noticias de Enrique Meneses

lunes, 7 de enero de 2013

LECTURAS: MORTALIDAD. CHRISTOPHER HITCHENS




            Con el estómago encogido y de un tirón he terminado Mortalidad, de C. Hitchens; Debate 2012. No había leído nada parecido sobre la muerte. Desde que llega a “Villa Tumor”, traspasa la frontera, delgada línea, que separa la salud de la enfermedad, Hitchens afronta su nuevo estado con una entereza y un deseo de aprovechar todo los momentos que la enfermedad le da tregua, para “vivir muriendo”, pero vivir con toda la intensidad posible.
           
            Las herramientas de un ateo consumado como es él son las propias de la vida, el trabajo, las lecturas, la constante inquietud por la duda, la dialéctica, la defensa en cualquier foro de sus ideas que chocaban frontalmente con las religiones que no le perdonaban su permanente crítica y hasta el último momento lo estuvieron “torturando” por ateo contumaz.

            El otro pilar para vivir muriendo fue su familia y amigos. El epílogo de Carol Blue, su mujer, es de una belleza y calidez insuperable, una mujer que realmente amaba porque conocía como nadie a Hitchens, al que siempre estaremos en deuda por sus reflexiones, por su seriedad en la argumentación, su fina ironía, bueno no siempre, pero que creo que es quien más ha a aportado a la civilización para entender la vida lejos de las religiones. Un filósofo que hizo de su ateísmo un pilar de su pensamiento.

            Les dejo con algunos párrafos de su obra:

            “… Mi brevísima campaña de negación asumió esta fórmula: no anularía esas citas ni decepcionaría a mis amigos, ni perdería la oportunidad de vender un montón de libros. Logré asistir a los dos actos sin que nadie percibiera nada extraño, aunque vomité dos veces, con una extraordinaria combinación de precisión, limpieza, violencia y profusión, justo antes de cada evento. Eso es lo que los ciudadanos del país enfermo hacen cuando siguen aferrándose desesperadamente a su viejo domicilio.
            El nuevo país es bastante acogedor a su manera. Todo el mundo sonríe para darte ánimos y paree que no hay absolutamente nada de racismo. Prevalece un espíritu en general igualitario y es obvio que quienes han llegado hasta a allí a base de mérito y trabajo duro. Frente a eso, el humor es algo flojo y repetititvo, parece que casi no se habla de sexo y la comida es peor que en cualquier destino que haya visitado nunca. El país tiene un idioma propio –una lingua franca que consigue ser insulsa y difícil y contiene nombres como ondansetrón, un medicamento contra las náuseas-, así como algunos gestos perturbadores a los que hay que acostumbrarse. Por ejemplo un funcionario al que acabas de conocer puede hundir abruptamente sus dedos en tu cuello. Así descubrí que el cáncer se había extendido a mis nódulos linfáticos, y que una de esas bellezas deformes –situada en mi clavícula derecha- era lo bastante grande como para verla y tocarla” [págs.. 11-12