Ya
está, ya echaron el cierre, bajaron el telón y recogieron todo. El telechantaje
cerró el espectáculo y ahora toca rentabilizarlo hasta la próxima ocasión,
porque sólo hay que sacar del trastero algunas cosas, desempolvarlas un poco y
a comenzar de nuevo. Los pobres ya vienen de sí, porque el 29 de mayo de 2014
seguiremos aquí y no en Arcadia; porque ese mismo día la sensiblería, que no
sensibilidad seguirá igual o parecida. Somos de lágrima fácil, unos más que
otros, y basta conque nos echen una fogalera en el monte, en la trastienda de
un escenario, o unos perros abandonados para derramar lágrimas, sobre todo si hay
una cámara de televisión. Sí esas lágrimas llenan pantallas. Así creo que
somos, unos más que otros, y así seremos.
Del otro chantaje también debo decir
algo, así que me planteo la pregunta: ¿Qué empresa, qué institución y/o
chiringo de barrio que recibe la llamada de turno se queda al margen? Primero,
porque no aparecería en la recauchutada televisión en el momento oportuno y hay
que rentabilizar la emoción; segundo, hay que evitar los potenciales
comentarios insidiosos en las tertulias venideras donde se darán lustre y harán
repaso de ausentes, poniendo a los pies de las emociones sensibleras de
espectadores henchidos de emoción y solidaridad puntual. Así que no hay
escapatoria. Tienes que estar. No me da pena.
En fin esto es lo que hay y mientras
no nos curemos, unos requieren más atención que otros, de esta sensiblería, los
hechos se perpetúan y ya está preparado el próximo telechantaje, sólo hace
falta que llegue la fecha.
Ah, se me olvidaba y puesto que hoy
se habla mucho de transparencia, ¿dónde van esos alimentos soleados y toda esa
agua, que había mucha? Ah, no, no era eso, era el dinero, el papel moneda, que
empresas y particulares han aportado, supongo será contrastado todo el
recorrido de ese “capitalito”, porque sería interesante saber el camino desde
su origen hasta su destino final. Cosas de la transparencia.
Si ya se nos secaron las lágrimas, a
unos antes que a otros, y eso de la solidaridad se le quita el espectáculo,
seguro que en tu barrio, en tu calle hay quien puede necesitar de esa ayuda; si
no es así o prefieres el anonimato total hay instituciones que pueden canalizar
la “callada solidaridad”, porque la “desbordante solidaridad” hay que
reservarla, junto con las lágrimas, para cuando estén las cámaras, al parecer
dan muy bien en la pantalla.
Muy acertado.
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