domingo, 7 de abril de 2013

LECTURAS: EN LA ORILLA. RAFAEL CHIRBES

            Rafael Chirbes, 1949. No había leído nada de su obra y lo reconozco. De él, de su obra, sólo tenía referencias, buenas, incluso su premio nacional de la crítica por Crematorio; pero no sé por qué en ningún momento se me despertó la curiosidad y cogí algo de lo que había escrito. Tampoco tengo clara la razón que me impulsó en la librería para coger su última novela: En la orilla, Anagrama, 2013.
 En primer lugar tengo que reconocer una deuda con

            En la orilla ha sido un descubrimiento que convirtió su lectura en algo adictivo, más si cabe, ya que ella lo es para mi. Página a página disecciona un modelo de sociedad y a sus protagonistas rebuscando en los entresijos de las pequeñas historias locales, en la ida cotidiana de un espacio reducido, casi asfixiante donde se entrecruzan vidas, se reparten odios y se guardan rencores (el rencor no tiene fecha de caducidad, pág. 187)que tienen el viejo olor de la Guerra Civil.

            Del Mediterráneo de postal, de cielo azul, sol y playas, Chirbes nos lleva al lodazal de las charcas en la costa, que son estercoleros y escenarios de historias truculentas, al tiempo que escondrijos para huidos de la represión; caminos pedregosos requemados por el sol inclemente y pulidos por el andar de quienes arañan la tierra en busca de arañarle algo; plantas raquíticas de tallos leñosos y arrugados frente a las inclemencias y dobladas sobre sí mismas para protegerse de la inclemencia del sol.

            Esteban, el protagonista, es el eje sobre el que pivotan el resto de historias que nos ponen delante de los ojos y de forma descarnada la realidad que arranca allá en los años de la Guerra y acaba con otra guerra, la del ladrillo que ha dejado un paisaje desolador y una ciudadanía entrampada, anestesiada por el lujo ajeno y las ilusiones truncadas por llegar a paraísos de nuevo rico.

            En la mayoría de las ocasiones sugiero la lectura de lo que comento, pero en esta ocasión lo hago vivamente y como tengo que redimir mi culpa algunas de sus novelas están ya a la espera, y las miro y pienso en serle infiel a Sorderberg y al doctor Glas.

            Les dejo con algunos párrafos y espero que les resulten interesantes:

        “… acabas de adquirir el poder de lo que está vivo muera, un poder más bien miserable, porque el verdadero poder –y ése no lo tiene nadie, ni Dios, lo de Lázaro no se lo creyó nadie- es devolver a la vida lo que está muerto. Quitarla es fácil, eso lo hace cualquiera. Lo hacen a diario en medio mundo. Abre el periódico y lo verás. Incluso tú puedes hacerlo, lo de quitar la vida, siempre, claro está, que mejores un poco la puntería (ahí sí que sonrió y afiló, guasón, las comisuras de los ojos grises y vivos, el buen humor los rodeaba de una telaraña de pequeñas arrugas). El hombre que ha sido capaz de levantar edificios, de hacer desaparecer montañas enteras, de abrir canales y de cruzar puentes sobre el mar, no ha conseguido que vuelva a levantar los párpados un niño que acaba de morir. A veces lo más voluminoso y pesado es lo más fácil de mover. Piedras enormes en la caja de un camión, vagonetas cargadas de metales pesados. Y fíjate, lo que guardas dentro de ti, lo que piensas, lo que deseas, que, al parecer, no pesa nada, no hay forzudo que sea capaz de echárselo al hombro y cambiarlo de sitio. No hay un camión que lo mueva. Conseguir que te llegue a querer alguien que te desprecia o a quien eres indiferente es bastante más difícil que tumbarlo a porrazos. Los hombres pegan por impotencia. Creen que pueden conseguir por la fuerzo lo que no son capaces de conseguir con la ternura, con la inteligencia” [ob. Cit. pág. 48]
   

No hay comentarios:

Publicar un comentario