Mario Vargas Llosa en el prólogo de “El fantasma del rey Leopoldo” de Adam Hochschild, Península-Altaya; 2002, escribía: “Pero quienes, a base de una audacia y perseverancia formidables consiguieron movilizar a la opinión pública internacional en contra de las carnicerías congolesas de Leopoldo II, fue un irlandés, Roger Casament, y el belga Morel. Ambos merecerían los honores de una gran novela” [ob. cit. pág. 10]. Nueve años después, el prólogo a esa importantísima obra lo escribió un año antes, de la publicación de El fantasma del rey Leopoldo, y ya ahí anunciaba, no sé si intencionadamente o no, lo que hoy es una realidad: “El sueño del celta”, Alfaguara, 2010, lo más reciente novela del también reciente premio Nobel de Literatura.
El protagonista de esta excelente novela, Roger Casament [1864-1916], irlandés de nacimiento tiene una vida que se presta a ser novelada porque desde su lucha por hacer público el genocidio perpetrado por Leopoldo II, de inmundicia humana lo tilda en el prólogo citado Vargas Llosa, y los desmanes del mismo calado de la compañía de Julio C. Arana, la Peruvian Amazon Company en Perú, empresa con capital inglés, que multiplica, si cabe, las atrocidades que ya Casament había presenciado en su estancia en el Congo. Esta lucha por desenmascarar estos genocidios, se une su nacionalismo violento, que busca ayuda en la Alemania de la Primera Guerra Mundial para favorecer una insurrección en Irlanda y así acabar con el dominio inglés, aunque era consciente de lo improbable de ese final.
A todo esto hay que unirle su homosexualidad no declarada que le llevaba a una doble vida, que lastraba su existencia por las carencias afectivas en las que estaba envuelto. Los encuentros ocasionales en tabernas de mala muerte, “hoteluchos” de peor calaña son los escenarios de sus escarceos amorosos.
Con todo esto, que no es poco, Vargas Llosa construye una obra que sobrepasa los límites de la novela y casi se convierte en el reconocimiento a este personaje que por su truculenta vida, su nacionalismo violento, se le rodeó de una maraña de verdades a medias, mentiras interesadas creando así una imagen que ni para sus propios correligionarios irlandeses y católicos dejó un lugar en la memoria.
No sigo porque desvelaría lo que Casament vivió y Vargas Llosa novela en el sueño del celta. Les dejo con algunos párrafos. Espero que la disfruten.
“-Haré una investigación. Si el teniente Tanville ha cometido o amparado exacciones, será castigado –dijo el capitán-. Los soldados también, por supuesto, si se excedieron en el uso del chicote. Es todo lo que puedo prometerle. Lo demás está fuera de mi alcance, corresponde a la justicia. Cambiar este sistema no es tarea de militares, sino de jueces y políticos. Del Supremo Gobierno. Eso también lo sabe usted, me imagino.
En su voz había asomado de pronto un tonito desalentado.
-Nada me gustaría más que el sistema cambiara. A mí también me disgusta lo que ocurre aquí. Los que estamos obligados a hacer ofende mis principios –se tocó la medallita del cuello-. Mi fe. Yo soy un hombre muy católico. Allá, en Europa, siempre traté de ser consecuente con mis creencias. Aquí, en el Congo, eso no es posible, señor cónsul. Ésa es la triste verdad. Por eso, estoy muy contento de volver a Bélgica. No seré yo quien ponga otra vez los pies en África, se lo aseguro.
El capitán Junieux se levantó de su mesa, se acercó a una de las ventanas. Dando al cónsul la espalda, estuvo un buen rato callado, observando a aquellos reclutas que jamás lograban a compasar la marcha, se tropezaban y tenían torcidas las filas de formación.
-Si es así, usted podrá hacer algo para poner fin a estos crímenes –murmuró Roger Casement-. No es para esto que los europeos hemos venido a África.
-¿Ah no? –el capitán Junieux se volvió a mirarlo y el cónsul advirtió que el oficial había palidecido algo-. ¿A qué hemos venido, pues? Ya lo sé: q traer la civilización, el cristianismo y el comercio libre. ¿Usted todavía cree en eso señor Casement?”[ob. cit. págs. 100-101]
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