Casi de un tirón he leído Purga, novela de Sofi Oksanen, editada por Ediciones Salamandra, 2011. No han si las prisas, ni el aburrimiento, tampoco es que sobre el tiempo; las razones para explicar esta lectura con tanta fruición están en la trama de la novela, evidentemente, pero también la forma en la que con Sofi Oksanen construye una obra, que divide en capítulos cortos, muy cortos en algún caso, contundentes y precisos. Con esta estructura aborda lo que podría ser el núcleo de una novela que llamaríamos de amor, la historia trágica de una familia y el recorrido los años centrales del siglo XX en una aldea en Estonia. Lo que podría entender como un bucle se cierra con episodios sucedidos en los años noventa del siglo pasado en esa aldea y que abordan otro tema candente como es la trata de mujeres.
Los personajes dibujados en pocas palabras, bien perfilados, obligan al lector a poner en marcha su imaginación para completar el retrato donde todos quedan enmarcados perfectamente.
Y ya, todo está condensado de forma excepcional en casi cuatrocientas páginas, ah, se me olvidaba, el tiempo cronológico, Oksanen juega con él y lo retuerce trasladando al lector en un tobogán, donde los desniveles te llevan a momentos distintos de forma vertiginosa, en ocasiones de una página a otra cambias de siglo. Que la disfruten si deciden leerla.
Les dejo algunos párrafos.
“Ahora, Aliide le dedicó una calurosa bienvenida y lo invitó a tomar achicoria. Hablaron un poco de todo. Después él le contó que quizá le llevasen a juicio.
El espanto de ella fue como un relámpago y Aliide se quedó como cegada por un instante.
-Se inventan toda clase de mentiras. Es posible que vengan a hacerte preguntas a ti también, Aliide.
Volli hablaba en serio. Todo aquello tendría que haber quedado en el pasado. ¿Por qué tenían que ir a molestar a la gente mayor?
-Todos nosotros nos limitamos a cumplir órdenes. Éramos buena gente. Y ahora de repente somos los malos, no lo entiendo. –Volli negó con la cabeza y empezó a criticar a Yeltsin y la ingratitud de los jóvenes hacia el país que ellos habían construido lo mejor que habían podido-. Ahora necesitas cartillas de racionamiento para comprar cualquier cosa, ¿acaso eso es bueno?
Aliide se negó a oír lamentaciones. Tenía que hacer nuevos planes otra vez, aunque ya no tenía fuerzas para ello, ya no”. [Ob. cit. pág. 96]