Si me
preguntan ahora el camino que recorrí para llegar a este autor confieso
públicamente que no lo recuerdo. Su referencia está escrita en alguna de las
libretas donde tomo nota de aquellas cosas que me interesan. Frases,
referencias de autores, títulos de libros, todos van a parar ahí, ya luego
vemos como lo relacionamos con lo que nos interesa en ese momento.
Hans Fallada (1893-1947) es el
seudónimo de Rudolf Wilhelm Friedrich Ditzen que tuvo una vida azarosa y muy
accidentada con su padre primero, con el régimen, aunque pudo seguir
publicando, así que o no fue muy seria su desavenencia o no se le tuvo en
cuenta. Tengo que averiguar esto porque no he encontrado una explicación convincente.
También tuvo problemas con su mujer y con las adicciones. También estuvo
ingresado en un psiquiátrico.
Solo en Berlín fue publicada en 1947 (Maeva ediciones lo publicó en España en 2011) y el núcleo de la obra hay que situarlo en 1940 donde el miedo envuelve la vida de los ciudadanos en la Alemania nazi, la delación es el pan de cada día y ser desafecto al régimen se paga con la vida. Esto conduce a ejercer una oposición silenciosa y de escaso recorrido por la falta de medios, espíritu y sobre todo por el miedo. Arranca la obra con la carta que llega a casa de un matrimonio de clase trabajadora que tiene a su hijo en el frente y le comunican su fallecimiento. El escaso apego al régimen acaba por resquebrajarse y comienza esa labor de oposición que no voy a desvelar, pero que Fallada aprovecha esta historia para la construcción de la novela. Es un ejemplo que indica que existía una oposición en el interior, aunque siempre atenazada por el miedo a las represalias.
Alrededor de
esa pareja que ha perdido a un hijo y que culpan al régimen se mueven distintos
personajes de la vida cotidiana de los trabajadores alemanes que conviven con
auténticos camisas pardas delatores que espían la vida cotidiana de aquellos
que eran considerados poco afectos al régimen. Hago un inciso porque me acabo
de acordar de una encuesta entre jóvenes que prefieren regímenes autoritarios
frente a los más democráticos. No saben lo que están pidiendo.
Les dejo el
comienzo de la novela por si se animan.
Capítulo 1
EL CORREO TRAE MALAS NOTICIAS
La cartera Eva Kluge sube despacio los peldaños de la
escalera del número 55 de la calle Jablonski. Su lentitud no se debe solo a que
la caminata del reparto la ha fatigado, sino también a que su cartera contiene
una de esas cartas que odia entregar y tiene que hacerlo dentro de un momento,
dos tramos de escaleras más arriba, en el hogar de los Quangel. Seguro que la
mujer la aguarda con impaciencia, desde hace más de dos semanas espera recibir
una carta oficial del Ejército.
Antes de que la cartera Kluge entregue la carta
mecanografiada de los militares, tiene que entregar el Völkischer Beobachter en
el piso de los Persicke. Él es funcionario del Partido, dirigente político o
algo por el estilo, Eva Kluge aún confunde todos esos cargos. Sea como fuere,
en casa de los Persicke hay que saludar diciendo «¡Heil Hitler!» y tener mucho
cuidado con lo que uno dice. Bueno, la verdad es que hay que tenerlo en todas
partes, es raro que haya una persona a la que Eva Kluge pueda decir lo que
piensa de verdad. Ella no siente el menor interés por la política, es una mujer
sencilla y como tal piensa que no hay que traer hijos al mundo para que los
maten de un tiro. Un hogar sin un hombre tampoco vale nada; por el momento ella
ya no tiene nada: ni a sus dos hijos ni a su marido. En su lugar debe mantener
la boca cerrada, ir con pies de plomo y entregar asquerosas cartas de los
militares que no han sido escritas a mano sino a máquina, y cuyo remitente es
un oficial del regimiento.
También esta
obra se ha llevado a la pantalla. Aquí la referencia y aunque la he buscado no
anda por las plataformas y solo me queda preguntarle a la mula Francis si la
tiene. Hasta aquí esta novela muy recomendable, aunque en algunos momentos se
les puede hacer larga y con un ritmo bajo.
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