Confieso
que todavía no he terminado de leer Bajo una estrella cruel. Una vida en Praga
1941-1968, Heda Margolius Kovály (1919-2010); Libros del Asteroide, 2013.
No es mi costumbre escribir sobre una obra inacabada, pero en esta ocasión, y
sin que sirva de precedente, lo voy a hacer y básicamente por lo que he leído
cuando llegué a la página 100 y que dentro de poco voy a transcribir, y lo hago
porque lo que dice viene a la actualidad como anillo al dedo, como mandado a
pedir por encargo. Además, y a título orientativo no es literatura
concentracionaria como en un principio se pueda pensar y ya directamente
catalogarlo como “un libro más sobre el Holocausto”. No, no es así, pero esa
parte tienen que descubrirla si les apetece su lectura, y sobre todo como Heda
a su sufrimiento une el escepticismo por el camino a tomar después de
finalizada la guerra. Me reprimo y no les cuento más, pero si transcribo lo que
leí en la página 100.
“Aun así, yo no quería meterme en política.
Me decía una y otra vez: “lo único que quiero es una vida normal y tranquila”.
Pero acabé dándome cuenta de que una vida tranquila y sencilla ni es normal, ni
se logra fácilmente. Para poder vivir y trabajar en paz, criar hijos y
disfrutar de las pequeñas y grandes alegrías que ofrece la vida, no sólo es
necesario encontrar la pareja adecuada, escoger la ocupación adecuada y
respetar las leyes del país y de la propia conciencia, sino, sobre todo, debe
existir una sólida base social sobre la que construir dicha vida. Es necesario
vivir en un sistema social con cuyos principios y fundamentos uno esté de
acuerdo, bajo un gobierno en el que se pueda confiar. No se puede construir una
vida privada feliz en una sociedad corrupta, del mismo modo que no se puede
construir una casa sobre el fango, hay que poner antes los cimientos”.
Pues después de leer esto a
mi me queda poco que añadir sobre el particular y seguiré con fruición en la
lectura, porque seguro que me aguardan páginas que van a estremecer. Espero que
el párrafo anterior despierte su curiosidad y decidan que Heda y su obra son
merecedoras de su tiempo. Que la disfruten si concluyen leerla.