La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, miente deliberadamente cuando para justificar los recortes en educación con medidas como el aumento de dos horas lectivas y la supresión de la las tutorías, entre otras dice: "La mayoría de los madrileños trabaja más de 20 horas". Miente porque sabe que el profesorado trabaja 37,5 horas semanales, de las que 18 son lectivas, en el aula para entendernos; el resto son labores de acción tutorial, guardias, atención a las familias, preparación de clases y labores burocráticas. Con el aumento de dos horas lectivas y supresión de las dos de tutoría, solo se consigue una merma de horas dedicadas a las actividades no lectivas enumeradas, que son de trabajo, aunque para la señora Aguirre no contabilicen, fundamentales para la marcha de un centro educativo, aunque ella y su equipo intentan ningunear ese trabajo.
Cuatro horas por cada docente funcionario, hay 25 000, son 100 000 horas detraídas de los centros (puede que sean algo menos por ser algunos cargos directivos, no estar directamente en los centros educativos…). Pongamos que son 80 000, que a 37,5 horas por trabajador, da algo así como 2 300 interinos que se quitan de en medio.
Ya sé que son cálculos hechos a vuela pluma, pero lo que sí es cierto es que esta “rebaja” de los costes educativos no salvará a la Comunidad de Madrid, y solo conseguirá erosionar más la calidad de la enseñanza pública, al tiempo que se coloca a los pies e los caballos a los docentes una vez más y con la vesania que da el despego hacia lo público y quienes trabajan en la enseñanza. Doña Esperanza la inquina le sale por los poros.
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