Cuando me recomendaron este libro, la soledad de los números primos del autor italiano Paolo Giordano; Salamandra, 2009, lo hicieron de forma genérica, es decir ese diálogo impreciso y muy general: “Te va a gustar”, “A mí me gustó mucho, ya verás”. Y así lo busqué, sin preguntar ni ver nada más. No me acordaba de haber leído alguna reseña y si lo hice no le presté mucha atención. Con estas premisas inicié la lectura y es verdad que ya hace un par de días que lo he terminado, se lee casi de u tirón, pero no había escrito nada porque estaba en el proceso de “digestión” de lo leído, y ahora sí creo que puedo indicar algo.
Con una prosa concisa, directa con pocos adjetivos, casi no los necesita busca darle fuerza a dos personajes que pasan por situaciones singulares y muy excepcionales en su infancia, hasta el punto que les marca a ambos de forma indeleble. Esos personajes se cruzan en una época muy dura como es la adolescencia, no es fácil ser adolescente , donde viven y sufren la etapa con la presión de los iguales que es muy cruel, siempre, pero en este caso se acentúan por su crueldad. La metáfora de los números primos gemelos define bien la relación que mantienen Mattia y Alice.
A medida que avanzaba en la lectura fui comprobando que la amargura de los primeros capítulos se va diluyendo a medida que nuestros personajes crecen, hasta el punto de perder el interés inicial y casi, casi parece una novela para adolescentes atormentados, aunque no es menos interesante para quienes tienen o trabajan con jóvenes, que el recurso fácil es pensar que lo tienen todo, que viven muy bien, cuando la realidad en algunos casos dice exactamente lo contrario.
En fin creo que su lectura puede ser interesante. Les dejo con una frase del texto: “Sí, lo había aprendido. Las decisiones se toman en unos segundos y se pagan el resto de la vida” [pág. 274]
Mala combinación esto de no poder dormir y encima calor, pero no queda más remedio que aguantar y no desesperar porque de lo contrario llega el dolor de cabeza y entonces sí que la hemos fastidiado.
Aprovecho estas vueltas en la cama para “rumiar” las cosas que has escuchado y leído durante el día en los medios de comunicación y comprobar cómo aun cuando está cayendo agosto cada día es una jaula de grillos informativa. Paso revista a los hechos
1-Impuestos. José Blanco, ministro de fomento anuncia en la radio una posible subida de impuestos. Eso y la inversión de seis mil millones de euros en infraestructuras alegran la mañana. La novedad puede estar en el momento en el que lo anuncia, lo deja caer, mejor, porque esa subida era esperada porque de que otra manera se puede afrontar el descosido de las cuentas públicas con esto de la crisis. La verdadera novedad puede estar en quien va a soportar esa subida de impuestos, porque casi siempre les toca a los mismos, a los que obtenemos las rentas del trabajo y no a otro tipo de rentas. Recuerdo ahora, por ejemplo, el recorte en los impuestos de transmisiones patrimoniales que han beneficiado más a los grandes propietarios. Que se tienen que ajustar las cuentas no es la novedad, como tampoco sería que acudieran una vez más como es habitual a congelar los salarios de los empleados públicos. Tirios y troyanos ya han acogotado al empleado público en momentos de crisis sin que se recupere lo que se metió en el congelador. Saldremos de dudas cuando se empiecen a negociar los presupuestos, pero no andaría muy seguro.
2-Televisión Digital Terrestre [TDT]. No llego a entender lo legislado con urgencia sobre la TDT de pago, ahora resulta que los decodificadores instalados necesitan un adaptador la TDT de pago, así a reciclarse de nuevo, tampoco entiendo por qué se usa el procedimiento de legislar mediante Real Decreto cuando el tema no es de urgencia y perfectamente se podría esperar a septiembre o más adelante, o tal vez tiene algo que ver la medida con el fracaso en la fusión de Canal Plus y el grupo de La Sexta y de fondo el fútbol de pago. Da la impresión que nadie entiende la medida, no solo el Partido Popular [PP], que no entienden nada, salvo de escuchas, al parecer. En fin ya lo explicarán, o me lo explicarán.
3-Los 420€. De esta medida de apoyo a los parados se va a recordar más la improvisación con que, al parecer, se toma y lo injusta que es con los parados de larga duración. Improvisación porque se rectifica la decisión en menos de 24 horas, cuando el no incluir a los parados de larga duración con el argumento de que han tenido más tiempo para encontrar empleo, parece una broma macabra. Al señor Corbacho hay que recordarle que los humanos comemos hasta tres veces al día y los temblores que habrá sufrido cada comienzo de mes esperando las cifras del Instituto nacional de Empleo.
4-Cristina Tavío y las escuchas. Dentro del PP les ha entrado el síndrome del espiado. Ven enemigos, por todos lados, confunden lo mal que funciona Telefónica con los ruidos de las escuchas. Cristina Tavío, insigne líder del PP en esta tierra afirma que la han estado espiando, que su teléfono móvil lo tenían pinchado, seguro que o vio con los auriculares puesto y… ya se sabe, se confunde, porque la verdad, ¿quién puede tener interés en escuchar la conversaciones de Cristina Tavío? Yo a lo mejor si me explica lo de los sebadales de nuevo o le copio la receta del huevo frito con puntillitas, que a mi gusta así. En fin doña Cristina, que no, que nadie les espía, salvo los suyos que no se fían unos de otros y ahí están con ese jaleo.
5-“Pillar cacho”. Expresión muy contundente, por chabacana,que ha utilizado Juan Fernando López Aguilar en una entrevista al Diario de Avisos. Confieso que no la he leído porque quien me surte de lo que aparece en las hojas parroquiales locales, desde el soberanismo de El Día hasta los artículos del portavoz de Enmasa me tiene un poco abandonado. Tengo que reconocer que agosto es agosto y hay que tomarse un respiro. Aún así y sin saber exactamente el contexto parece una expresión poco apropiada para una entrevista política, supongo y de parte de un líder de verbo fácil. No es que “chirrie” en los oídos por pureza del lenguaje, pero los seguidores fieles del líder van a sufrir un poco en sus carnes esta forma de hablar. Procuraré leer la entrevista.
Por cierto, no sé si es, además del insomnio y el calor, el jet-lag sufrido porque esta mañana estuve en La Esperanza, pero puede ser que como 2011 ya está a la vuelta de la esquina y las elecciones están al caer, Juan Fernando se haya mirado al espejo, seguro que en su casa tiene uno, y se haya preguntado así mismo: ¿Por qué no puedo ser yo el Patxi López local? Total lo de alcanzar la mayoría absoluta está un poco complicado y a lo mejor aprovechando la marea vasca podemos ir desplazando a Paulino y sus huestes, compartiendo sillones con Soria en un próximo gobierno regional, y donde hemos dicho una cosa, ahora decimos otra, total ya hay experiencia de gobiernos compartidos y siempre tendremos la argumentación de la necesidad de gobernar, lo de la ley electoral, el sacrificio por Canarias, el tiempo sur, (aquí puede poner la justificación que le parezca oportuna) casi cabe cualquier argumento.
En fin espero que esto sea efecto del calor y nada más. Voy a leer.
Por necesidad y después de quedarmesin nada que leer llegué al Secreto de Christine, Benjamín Black; Punto de Lectura, 2008. Digo que por necesidad porque en Borders, librería impresionante en NY, pero con muy poca obra en castellano, y dentro de ésta muchos clásicos y algo, poco, de lo más reciente. Benjamín Black es el seudónimo de John Banville del que ya había leído El Mar; Anagrama, 2006. No sé la razón del seudónimo, pero construye en el secreto de Christine una historia que en la que el protagonista, Garret Kirke, patólogo irlandés, sirve de hilo conductor de una narración de asuntos familiares oscuros, amores imposibles, todo en Dublín en los años cincuenta. La humedad de la ciudad, el humo de los cigarrillos que se encienden uno detrás de otro y el whisky envuelven esta historia donde se le añaden los emigrantes que triunfan en los Estados Unidos.
El secreto de Christine arranca así: No eran los muertos los que a Quirke le parecían extraños. Eran más bien los vivos. Cuando entró en el depósito de cadáveres bien pasada la medianoche y vio allí a Malachy Griffin, tuvo un escalofrío profético, un temblor que presagiara las complicaciones inminentes. Mal se encontraba en el despacho de Quirke, sentado ante su mesa. Quirke se detuvo en la sala de cadáveres, donde no estaba encendida la luz, entre las siluetas envueltas en mortajas, tendidas sobre las camillas, y lo miró por la puerta abierta. Estaba sentado de espaldas a la puerta, inclinado hacia delante con aire de gran concentración, con sus gafas de montura metálica; la luz del flexo le iluminaba la mitad izquierda de la cara, formándosele un resplandor intenso en el pabellón auricular. Tenía un expediente abierto sobre la mesa, y escribía algo con peculiar falta de naturalidad… [pág. 15]
Creo que ya lo he dicho en alguna otra ocasión: no soy un asiduo lector de novela negra, me acerco a este género en función de leer sobre seguro cuando conoces al autor, caso de Mankell, por ejemplo, del interés de la recomendación o la curiosidad. Cuando tuve noticias de la obra de Philip Kerr: Berlín Noir, tetralogía de novela negra ambientada en Alemania en un periodo que abarca desde los años previos a la segunda guerra mundial, hasta la década de los cincuenta.
De la mano del ex-policía Bernie Gunther, metido a investigador privado, descreído social y escéptico por naturaleza recorremos la Alemania de los años treinta donde se fragua el auge del nazismo. Las relaciones de Bernie nos permiten conocer las aristas de un estado policial donde los derechos se van diluyendo y la política racial se va consolidando en Alemania sin que haya una contestación social clara y cuando la hay es reprimida brutalmente.
Hasta ahora he leído tres de las cuatro partes de esta obra: Violetas de marzo y Pálido criminal nos llevan hasta el año 1938 presentado la sociedad previa al conflicto de la segunda guerra mundial; Réquiem alemán se sitúa en el final del conflicto y en ella Bernie hace referencia al periodo de la guerra y como lo vivió. La ocupación de las potencias vencedoras, las relaciones con los vencidos, el mercado negro y en general la vida en la posguerra, así como la estrategia de huida de los oficiales nazis que lograron escapar a la justicia es lo que vemos reflejado en esta tercera entrega. Por el contenido Berlín Noir tiene hasta un carácter pedagógico y creo que ayudaría mucho a quienes quieren conocer un poca más y mejor esta etapa de la historia y como el auge de los estados autoritarios se consolida poco a poco con la anuencia de la ciudadanía, por lo menos con parte de ella.
Me queda la última parte, pero para evitar la saturación es mejor darse un respiro y leer otras cosas. Les dejo con un texto de Réquiem alemán que formula una pregunta que sigue sin respuesta. Que lo disfruten.
“Y luego, unos días antes de que me dieran el alta, lo comprendí, y al comprenderlo sentí náuseas. Como era alemán, a esos estadounidenses les producía escalofríos. Era como si, cuando me miraban, les pasaran un documental de Belsen y Buchenwald dentro de la cabeza. Y lo que aparecía en sus ojos era una pregunta: “¿Cómo pudisteis permitir que pasara? ¿Cómo pudisteis dejar que una cosa así continuara?”.
Quizá, al menos durante varias generaciones, cuando otras naciones nos miren a los ojos será siempre con esa misma pregunta silenciosa en el corazón”. [págs. 430-431]
Parece casi normal que en un viaje se te acabe el desodorante, la batería del móvil o la de la cámara en el momento más inoportuno, pero para mí era menos normal, rarísimo, que se me acabaran las lecturas. Esta vez ocurrió, este agosto me deparó esa sorpresa. Durante el vuelo casi acabé con la obra que ya llevaba iniciada, Réquiemalemán de Philip Kerr, RBA, 2007. Esta novela forma parte de la tetralogía Berlín Noir, recomendable, pero ya comentaré algo de ella.
Casi sin solución de continuidad y después de un periodo de adaptación, corto, al lugar de destino la lectura la ocupó Henning Mankell con La falsa pista, 2001. Como siempre a su nivel y no cansan las historias del inspector Wallander, muy recomendable, pero con un cierto orden y no de lecturas aleatorias con la serie Wallander como estoy haciendo yo. Pues como engancha mucho duró lo que duró y hubo que recurrira Borders, una librería impresionante pero con poca literatura en castellano, muy poco donde elegir, así que sin pensarlo mucho opté por El secreto de Christine de Benjamín Black, Punto de Lectura, 2006. Benjamín Black es el seudónimo de John Banville cuando escribe novela negra. Ya comentaré esta obra.
Todo esta introducción para llegar a la relectura, se acababan las novelas pero no el viaje, así que opté por “secuestrar” el libro de mi compañera de viaje. Sí fue un secuestro en toda regla, pero las adicciones son las adicciones y a un adicto le cuesta mucho reprimirse. El “secuestrado” es una novela muy recomendable: El resplandor de la madera de Héctor Aguilar Camín, Alfaguara, 1999. Me parece una de las obras más importantes escritas en castellano el siglo pasado y ayuda, a mí, para sustentar esa teoría de los estados fallidos donde México es un ejemplo claro, muy claro. Novela de varias generaciones narrada de forma singular con una maestría incuestionable y muy atrayente. Mientras releía esta historia las noticias desde Miami cuentan de Chávez y su nueva ley de educación, los problemas con los periodistas en Caracas o el cierre de emisoras. Por asociación les dejo con el siguiente texto de unos de los personajes que describe a un tirano local. “Años después, recordando esa escena invariable, Mariano Casares diría a quien lo quiera oír: El Almirante Nevares pudo haber sido un cabrón, pero no fue un cabrón cualquiera. No un cabroncete como los que vinieron después a mangonear Carrizales. Nevares fue un cabrón con barbas de prócer, un cabrón de los que necesitan los pueblos nuevos, un ingeniero de pueblos. Con él se sabía desde el primer momento quién mandaba y quién habría de mandar mientras otro como él no le saliera al paso. Pero sabías también, desde el principio, que había más cosas en su cabeza que en la tuya, y que tenías que aprender mucho antes de pensar siquiera en salirle al paso.”
Me da la impresión que el Almirante Nevares tiene algo de Chávez o al revés.No creo en la necesidad de líderes para pueblos nuevos, ni viejos, que se consideren salvadores, pero a lo mejor muchos en Venezuela si lo creyeron, y lo creen, cuando ha sido reelegido una y otra vez, a pesar de que cada paso de su actuación va en recortar derechos y libertades, mientras acrecienta su poder. En fin seguiré leyendo.